Diego Rivera, ha dado mucho de qué hablar en redes sociales recientemente, ya que a través de un análisis detallado, se han descubierto simbolismos y detalles ocultos que transforman este retrato en una verdadera obra maestra.
Silvia Pinal, ícono indiscutible del cine mexicano y una de las grandes divas de la Época de Oro del Cine Mexicano, no solo dejó un legado en la pantalla grande, sino que también fue musa de uno de los pintores más importantes de la historia: Diego Rivera y este genio del muralismo decidió inmortalizarla en un cuadro que, durante años decoró los escenarios del famoso programa “Mujer, casos de la vida real”.
El retrato, pintado en 1956, es mucho más que una representación visual ya que además un símbolo de la conexión entre el arte y el cine de aquella época. Pero recientemente, un análisis detallado realizado por el caricaturista Paco Calderón reveló que esta obra guarda un mensaje oculto que conecta a la perfección con la vida y personalidad de Silvia Pinal.
En los años 50, Silvia Pinal estaba en el auge de su carrera, consolidándose como una de las actrices más talentosas y admiradas, por lo que su elegancia y carisma capturaron la atención de Diego Rivera.
Rivera, conocido por sus murales que reflejan la vida y las luchas sociales de México, tenía una gran capacidad para transformar a sus musas en verdaderos íconos a través de su arte. En el caso de Silvia Pinal, decidió retratarla como una figura casi divina, combinando su sensualidad y fuerza con un toque de misterio, pero el cuadro no solo inmortalizó a Silvia Pinal, sino que también marcó la unión entre dos mundos artísticos: el cine y la pintura.
Según el análisis de Paco Calderón, el cuadro no muestra solo a Silvia Pinal, sino tres versiones de ella en una al mismo tiempo: primero la imagen principal de Silvia de cuerpo completo, que todos vemos vestida con un elegante vestido negro que acentúa sus curvas y exhala elegancia.
La segunda se trataría del reflejo en el espejo que se muestra como una versión más tenue, como si representara su lado introspectivo y la tercera sería la sombra en la pared y todo esto transforma el retrato en una obra tridimensional.
Calderón incluso bromeó diciendo que “parece que Diego Rivera pintó este cuadro como un joven enamorado”. Y no es para menos, ya que los detalles del vestido, la textura de la piel y la duela del piso reflejan una devoción total a su musa.
Fuente: Latinus