Una llamada telefónica de la Comisión de Derechos Humanos de Zacatecas muy temprano y el apoyo de algunos vecinos, es lo único que ha recibido Virginia de la Cruz López, quien buscó durante ocho meses a su hijo, José Alejandro Cruz López, desaparecido en el municipio de Guadalupe, sin que la Fiscalía General de Justicia del Estado le informará que su cadáver estaba en el Servicio Médico Forense.
Su indignación la llevó a manifestarse en una reunión en el Congreso del Estado y reclamar la mala atención de las autoridades para los desaparecidos, pero 48 horas después no ha recibido la atención adecuada.
“Ni un mensaje, ni una llamada”, dice la mujer de 53 años que esperaba por lo menos una llamada de alguien del gobierno estatal para que explicara que fue lo que pasó y por qué se tardaron tanto en apoyarla en buscar a su hijo, y también de alguna organización civil que la orientara para iniciar una denuncia.
En entrevista con Latinus, Virginia, quien se desempeñó como policía durante 25 años, narra cómo ella sola, sin dinero y pese a las enfermedades que la aquejan se las arregló para pasar los ocho meses “de martirio” desde que empezó a buscar a su hijo que desapareció el 29 de noviembre y que fue hallado muerto y llevado al Semefo un día después.
Han pasado 12 días desde que las autoridades le entregaron el cuerpo de su hijo y Virgina se lamenta no poder haberles dicho lo que pensó en ese momento.
“Jamás dejé de ir a buscar a mi hijo, ellos siempre me respondían que no había nada de mi niño”, afirma.
Pero un día, recuerda, “tenía un presentimiento y deje todo, y me fuí al servicio forense” y fue el día que le confirmaron que su hijo fue “hallado”.
Cuando ingresó al servicio forense a identificar el cuerpo de José, estaba en “shock” y en camino a la morgue vió a mucha gente “revisando sus celulares” y no trabajando.
“Les pregunto hace cuánto que trajeron a mi hijo y me van contestando lo tenemos desde el día 30 de noviembre, el 29 lo mataron y el 30 aquí lo recibimos, haga de cuenta que en ese momento yo no capté, yo me sentí desesperada y no tuve la oportunidad de preguntarles por qué se tardaron tanto tiempo, porque si tenían todos los datos, así cómo yo iba a preguntar seguido y nunca me daban una respuesta”.
“Me lo entregaron el viernes por la tarde, tuve la dicha de tenerlo a mi hijo aquí en casa esa tarde una noche y al día siguiente se sepultó a mi hijo, el sábado”, explica.
Reconoce que por una parte estaba en paz, porque encontró a su hijo, sin embargo, con el paso de los días creció el enojo al recordar todo lo que sufrió para hallar a su hijo, principalmente, la actitud de las autoridades.
LA INVESTIGACIÓN DE VIRGINIA
Virginia fue oficial de policía durante 25 años, ofreció sus servicios a la Secretaría de Seguridad Pública estatal en el municipio de Guadalupe con un salario mensual de 3 mil pesos, estaba orgullosa, “juraba que iba a dar la vida por el prójimo”, sin embargo, hace 10 años fue despedida sin pago alguno.
“Me corrieron de la policía injustificadamente, no nada más yo fui, fuimos varios compañeros que ya estaban a un mes de sus 30 años, fuimos a parar varios al hospital, a mí me dio parálisis del lado derecho”, recuerda.
Desde entonces las enfermedades la han afectado: reumatismo, hipertensión y depresión, y en la actualidad trabaja vendiendo dulces en un pequeño puesto afuera de su casa.
Enferma y con ayuda de sus vecinos durante ocho meses salió a buscar a su hijo.
Asegura que José Alejandro no estaba en “malos pasos”, su último trabajo fue de ayudante en una carpintería y cerrajería por la avenida Jardines de Sauceda.
“Sin que él se diera cuenta, llegué a ese dichoso lugar, y ahí estaba mi hijo, mi hijo no me estaba mintiendo, ahí estaba, sí lo vi y vi que no me estaba mintiendo”, relata.
El 30 de noviembre de 2023, después que José Alejandro fue reportado como desaparecido, en la colonia África del municipio de Guadalupe, se denunció de manera anónima el asesinato de tres personas, dos mujeres y un hombre.
Virginia tuvo la sospecha de que ese varón podría ser su hijo y con fotografías en mano recorrió la zona preguntando sí lo conocían, pero nadie lo confirmaba.
“Mi cabeza se llenó de cosas malas, a mi hijo se lo llevaron, a mi hijo lo están martirizando, ¿por qué? Porque yo todo esto veía cuando era policía, a mí me tocó todo eso, me tocó levantar restos humanos, entonces yo me imaginaba lo peor, era un martirio para mí estar buscando a mi hijo”, comenta.
Durante esos ocho meses, Virgina visitó y platicó con muchos servidores públicos, incluso buscó al gobernador y al presidente municipal de Guadalupe, pero “nunca hubo alguien que me orientara, que me dijera que pasó con mi hijo, ya me imaginaba lo peor: lo tiraron por ahí, ¿cómo lo voy a encontrar? Imagínese que mi hijo estaba aquí (en el Semefo)”.
Un policía le comentó de manera extraoficial que su hijo fue secuestrado y luego asesinado.
“Y ahí fue donde llegaron a matarlos, por lo que me dijo un comandante de la policía que estaba ese día en turno por la noche, cuando estábamos arreglando lo de mi hijo, nos dio entender eso, que habían ido directamente a matarlos, allí no hubo enfrentamiento, no hubo nada”, asegura.
Virginia de la Cruz aún no sabe cuándo irá a la Comisión Nacional de Derechos Humanos o cuándo alguna autoridad le extenderá un apoyo, porque tiene que trabajar y cuidar a sus nietos.
A ella le gustaría iniciar una demanda, pero desconoce el procedimiento y por lo pronto se conformará con la denuncia ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos.
Lo que no cambia es la molestia, advierte que en el municipio de Guadalupe está desatada la violencia y los asesinatos, recuerda que lo más reciente que le dio miedo fue el asesinato que se registró en pleno día en una barbería en el centro del municipio.
“Créalo, el maldito gobierno dice que no pasa nada y todo está pasando, fíjese a pleno día”, concluye la madre buscadora.
Fuente: Latinus