Bogotá busca combatir la sobredosis de heroína con una sala de consumo supervisado

Desde que abrió en 2023 este lugar, el primero en Sudamérica, se han evitado la muerte de 14 personas intoxicadas

Christian Camilo Amaya tiene tatuada una calavera atravesada por una jeringa en su brazo izquierdo que representa el consumo de sustancias como la cocaína y la heroína.

Primero se solía inyectar en la calle, pero luego aprendió protocolos y acude en Bogotá a la única sala de consumo supervisado disponible en Sudamérica.

Consigo trae una bolsa plástica negra con más de una decena de jeringas usadas que deposita en un contenedor rojo dispuesto para residuos biológicos.

Asegura que no es dependiente de la heroína, pero que acude a la sala supervisada para obtener jeringas y capacitarse con talleres en inyección higiénica y de prevención de sobredosis.

“Sé lo que hacen las sustancias en mí, entonces, pues sé que no debo ser un consumidor habitual por eso mismo, para no crear una dependencia”, reflexionó Amaya en conversación con The Associated Press dentro de la sala de consumo que sin letrero alguno pasa desapercibida por uno de los barrios vulnerables de la ciudad.

“Si se consume es más de forma recreativa, pero no porque se necesite”.

Pero Amaya sabe que otros han quedado dependientes e incluso los ha ayudado a revertir la sobredosis inyectando naloxona.

Desde que Cambie, “la primera sala de consumo supervisado” abrió sus puertas en junio de 2023, ha revertido la sobredosis de 14 personas, incluidas cuatro que se encontraban en las calles aledañas. La última hace más de un año.

David Moreno, quien hace parte de Cambie, asegura que lo más complejo de revertir una sobredosis no es inyectar el medicamento, sino ayudar a la persona a que no se inyecte de nuevo heroína para evitar otra sobredosis.

“Alguna vez tuve una usuaria que se ponía muy violenta cuando volvía de la sobredosis, empezaba a hacerse daño ella misma, entonces me quitaba el saco y se lo amarraba y me tocaba hacer contención”, relató Moren al tiempo que simulaba el movimiento con su cuerpo.

La sala de consumo supervisado pertenece a una corporación sin fines de lucro llamada Acción Técnica Social que pretende reducir los daños y prevenir sobredosis.

Se trata de un tema que se discutirá en el marco de la Conferencia Internacional sobre Reducción de Daños que se celebra desde el domingo en Bogotá, y es la primera vez en realizarse en Latinoamérica en las últimas tres décadas, justamente cuando el gobierno del izquierdista Gustavo Petro impulsa que se realicen revisiones al sistema de control internacional de drogas de las Naciones Unidas.

“Las medidas de reducción de daños que previenen muertes por sobredosis son esenciales”, indicó Volker Türk, alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en un mensaje en video transmitido durante la conferencia.

“La despenalización es un paso crucial hacia una política de drogas más humana y eficaz que debe ir acompañada de apoyo a la reinserción social”, añadió.

El 91% de los usuarios que acuden a la sala utilizan heroína, el 7% cocaína inyectable y en menos del 2% speedball, una mezcla entre cocaína y heroína.

Los datos sobre el consumo de heroína en Colombia son escasos y junto a otros países como Ecuador y República Dominicana tienen una baja prevalencia de consumo, según un estudio de la Organización de los Estados Americanos (OEA) divulgado en 2022.

Daniel Rojas, coordinador general del programa Cambie, cuenta que el proyecto nació en el 2022 cuando iniciaron la planeación contactando directamente a usuarios para identificar sus necesidades y luego buscando asesoría técnica de parte de otras salas de consumo supervisado, especialmente en México.

Actualmente, la sala de consumo supervisado tiene registrados 87 usuarios, de los cuales el 26% son migrantes venezolanos, que acuden a inyectarse o a recibir jeringas, comida, orientación sobre técnicas de inyección de menor riesgo o de manejo de sobredosis.

“(La sala) es importante, primero porque salva vidas, segundo, porque impacta directamente sobre los indicadores de salud pública, tercero, porque también se ha evidenciado que estos espacios no solo reducen la exposición de la comunidad, sino que también disminuyen la criminalidad”, explicó.

Fuente: Latinus

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